LA INSTITUCIÓN LIBRE DE ENSEÑANZA

La Institución Libre de Enseñanza fue creada en 1876 por Francisco Giner de los Ríos, seguidor de las ideas krausistas de D. Julián Sanz del Río y Fernando de Castro. En torno a la Institución, defendiendo la libertad de cátedra, la fe en la ciencia, la ilusión por el saber y con la mirada puesta en Europa, se agruparon los hombres más valiosos de la historia de España reciente, como Nicolás Salmerón, Segismundo Moret o Gumersindo de Azcárate, por citar sólo unos pocos.

La segunda generación de institucionistas dió paso al positivismo y a la elaboración de unas reformas pedagógicas que tuvieron su máximo inspirador en el dilecto discípulo de Giner, Manuel Bartolomé Cossío. A principios del siglo XX se crea el Museo Pedagógico del que Cossío es Director y se pone en marcha la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas, de la que José Castillejo será secretario y constante impulsor. De ahí nacerá la Residencia de Estudiantes, entre otros muchos organismos, a cuyo frente D. Alberto Jiménez Fraud, última generación de institucionistas llevará a cabo la gran tarea de formar minorías rectoras de las que tan necesitada estaba España. La Guerra Civil y la posterior dictadura franquista arrasaron el ideario reformista de la Institución.

“La Institución Libre de Enseñanza significa -en la historia contemporánea española- el más coherente y sostenido intento de configurar la vida de este país según los principios de la cultura europea moderna” (Vicente Cacho Víu: La Institución Libre de Enseñanza, Madrid, 1962)


LA RESIDENCIA DE ESTUDIANTES

La Residencia de Estudiantes nace, en el seno de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones científicas, en 1910, como un intento de proporcionar a los jóvenes que venían a estudiar a Madrid no sólo un centro de convivencia digno, sino también y sobre todo un ambiente de estudio y formación integrales, dentro de los principios institucionistas de renovación pedagógica.

La Residencia tomó muchas cosas del modelo anglosajón de los colleges al uso, pero incorporando elementos puramente castizos. Se trataba, en palabras de su director, D. Alberto Jiménez Fraud, de formar urgentemente las minorías rectoras que España necesitaba a comienzos del pasado siglo. "Creíamos que una mente abierta era la actitud indicada para alcanzar una perspectiva filosófica, una filosofía coordinada de la vida, sin la cual un pueblo civilizado se precipita en la decadencia. Actitud liberal bien difícil de mantener en la época actual, aquejada de una tendencia a la especialización, que empuja a la educación general a seguir el camino de la ciencia técnica y racionalizada, un camino que puede conducir a la insensatez tecnológica y al provincianismo nacionalista." Estas eran las palabras de D. Alberto en 1960 al cumplirse lo que hubiera sido el Cincuentenario de la Residencia de Estudiantes.

Con esos principio, los jóvenes, cerca de 500, que pasaron por la Residencia se formaron y dieron a España y al mundo lo mejor de sí mismos: Buñuel, Dalí, Prados, Federico García Lorca, Juan Ramón Jiménez, Severo Ochoa, Grande Covián, Bosch Gimpera, Salvador Velayos, Gabriel Celaya… En 26 años de vida, la Residencia dío a España dos premios Nobel y multitud de investigadores, catedráticos de universidad, ingenieros, médicos de renombre, físicos, matemáticos y grandes poetas. La lista sería interminable.

Al terminar la Guerra Civil, la Residencia pasó a convertirse en un centro para los investigadores y opositores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, organismo que había sustituido a la Junta para Ampliación de Estudios.

En la actualidad la Residencia de Estudiantes se ha convertido en lugar de encuentro y centro de animación cultural, así como en sede del archivo fundamental de la llamada Edad de Plata de la cultura española.


LA EDAD DE PLATA

Se ha dado en llamar la Edad de Plata de la cultura española al período histórico comprendido entre 1868 (Año de la Revolución llamada la Gloriosa) y 1936 (Inicio de la Guerra Civil española)

Durante estos años se sucedieron tres generaciones de grandes escritores, científicos, intelectuales y artistas: la generación del 98, con escritores como los hermanos Machado, Baroja, Azorín, Unamuno, Emilia Pardo-Bazán o Valle-Inclán y científicos como Santiago Ramón y Cajal, la del 14, con personalidades tan relevantes como Ortega y Gasset, Pérez de Ayala, Gregorio Marañón, Alberto Jiménez Fraud, María Zambrano, el poeta Juan Ramón Jiménez y la del 27 con las vanguardias que representaron Dalí, Lorca, Buñuel, Cernuda, Maruja Mallo y un largo etc… y en el campo de las Ciencias Severo Ochoa, Grande Covián, Salvador Velayos, Margarita Salas y muchos otros.

Todos ellos fueron personajes comprometidos en mayor o menor medida con el progreso de su patria y todos ellos dieron lo mejor de sí mismos. Por la altísima calidad de sus obras constituyeron un período extraordinariamente fructífero para España sólo superado en el campo de las artes por el llamado Siglo de Oro. De ahí la denominación de “Edad de Plata”, pues no se ha dado otro momento igual en la Historia de España.

El Olivar de Castillejo fue lugar privilegiado de encuentro de muchos de estos científicos e intelectuales, pues en él se reunieron a vivir Menéndez Pidal, Dámaso Alonso, Ignacio Bolívar y Luis Lozano, de algún modo en torno a la figura de José Castillejo, que compartía con todos ellos no sólo el espacio físico del Olivar, sino también cuanto éste representaba.


LA GUERRA Y LA POSTGUERRA

“Pero más nociva que la furia española ha sido la insensibilidad moral de las Grandes Potencias que en vez de ofrecer armamento y crédito al combatiente que aceptase un acuerdo pacífico, han tomado partido para incitar a los luchadores o se han quedado apartados como observadores cautelosos, esperando para dar la mano al vencedor”.
José Castillejo: Guerra de Ideas en España. Madrid, Revista de Occidente, 1976, p. 137).

La Guerra Civil provocó la dispersión y el exilio de la mayoría de los intelectuales españoles. En el Olivar sólo quedó Juan López Suárez, cuñado de Castillejo. A 300 metros del Olivar había una batería de cañones en constante fuego y la aviación de los “nacionales” bombardeó la barriada.

Pese a las circunstancias y a la penuria de la ciudad cercada, los vecinos del barrio guardaron un máximo respeto a las casas de los “intelectuales ausentes, a los libros y aún a los olivos centenarios.

Acabada la Guerra Civil, los Castillejo marcharon a Londres viviendo el resto de sus días en el exilio. Los Bolívar se exiliaron en Méjico. Los Menéndez Pidal, vueltos a Madrid desde Nueva York, quedaron apartados de los puestos de investigación y enseñanza y hubieron de empezar nuevas vidas desde su casa en el Olivar.